Llevo unos años corriendo y con el paso del tiempo he tenido una evolución en
mis gustos y hábitos. Motivada una parte por la necesidad y otra por la
voluntad. Una de las cosas por las que no he acabado de tomar partido es la
música. ¿Correr con música o en silencio?
En determinados momentos o
temporadas soy un corredor totalmente enganchado a ella pero en otros sin
embargo prefiero correr en silencio y sólo acompañado por los ruidos generados por
mi progresión sobre el terreno.
No es el entorno, ni el recorrido, ni el
momento del día, ni el clima ni mi estado de forma el determinante de la
decisión.; al menos eso creo. Es algo mucho más interior y difícil de encontrar
y catalogar en un patrón de comportamiento o lògica.
Lo que si tengo claro es
la selección musical que me acompaña que va desde ópera, funky, house, tecno,
heavy, country, clásica y rock català hasta algún tema de Rafael o Sinatra. Son
mis canciones, mis temas y todos y cada uno de ellos tiene su momento. Algún día
sonaba mientras pasaba por un lugar o tenía una sensación que ha quedado
definitivamente ligada a ese tema. Como en todo tengo unos preferidos, los
incondicionales que en mi lista de reproducción esperan su momento de gloria
para llenar mis oídos y ponerme a tope y con a veces con la piel de gallina
hacerme subir el ritmo y disfrutar a fondo del momento.
En otras
ocasiones la música es la banda sonora del momento, pisadas frías sobre aceras
silenciosas una noche de verano, el ruido de la lluvia sobre mi gorra o
chubasquero, el silencioso ruido de las pisadas amortiguadas por la nieve, mi
respiración agitada luchando por dejarse oir en el bullicio de las calles de
Barcelona, el silencio que no se oye pero se siente del monte, el crujido de
unas ramas motivado por el paso de un animal; una banda sonora de mi
running.
Con música o sin música pero siempre con una banda sonora.